"Un día más de vida era un triunfo"Recién en 1995, luego de casi 50 años, David Galante (83) se animó a hablar en público de su experiencia en Auschwitz. "Cuando empecé a contarlo sentí una liberación interior."La pesadilla de Galante, el prisionero B7328 del mayor campo de concentración, comenzó en 1944, cuando los nazis lo arrancaron, a él, por entonces de 17 años, y a su familia, de la isla de Rodas, hoy Grecia pero hasta 1943 dominio italiano: "Mis padres, mis cuatro hermanos y yo, más 1.800 judíos de las islas, fuimos trasladados. En el viaje murieron muchos." "Había que rebuscárselas para sobrevivir. Un día más de vida era un triunfo sobre la muerte", sentencia este vecino de Belgrano, esposo de Raquel, padre de Sandra y Ezequiel y abuelo de Daniel y Yamit.Y vaya si sobrevivió Galante. Sobrevivió a la primera selección, apenas pisó el campo. "Para los trabajos quedamos 400. Los otros fueron a las cámaras de gas. Entre ellos, mis padres", lamenta. Sobrevivió a la golpiza de un oficial por llegar tarde a la formación. "Me salvó un compañero francés. A los dos días, a él lo llevaron a las cámaras de gas", rememora. Sobrevivió al castigo ejemplar que significaba robar comida: "Fui con una chica polaca. A ella la mataron. Yo escapé." Sobrevivió al tifus y a la internación en la enfermería."Eso era la antesala de la muerte. Pero tuve suerte. Cuando estaba allí, en enero de 1945, avanzaron los rusos. Los nazis se llevaron a todos para no dejar rastros. Eran las 'marchas de la muerte'. El que no podía seguir era fusilado en el acto", resalta.Galante pasó un mes en un hospital. Subió 20 kilos en un mes. Recuperado, el Ejército Rojo lo enroló para combatir en el frente. El fin de la guerra lo encontró en Alemania. Volvió a su pueblo. "Ya no había nadie. Mis tres hermanas había muerto. Pero me enteré que mi hermano Moshe estaba en Roma. Fui para allá. Y ahí nos conectamos con mi hermano Hizkiá, que vivía en Buenos Aires desde antes de la guerra. Como no nos daban la visa, en 1947 viajamos escondidos por 50 días en un ropero. Después de Auschwitz, eso me parecía un hotel de lujo", bromea ahora David.