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JUENCO









20 de Junio DIA DE LA BANDERA ARGENTINA

domingo, 16 de marzo de 2008

HOMENAJE AL AMIGO


Tengo un amigo, que el 20 de agosto del 2007, abandono su cuerpo y nos dejo un vacío como ocurre en estos casos (mesa del café de "Quijote Café", grandes debates arregla mundo). Hoy sus cenizas están nutriendo un árbol de la Plaza San Martín,(siempre paso para recordarlo). Este amigo independiente de si estoy o no de acuerdo con sus ideas, fue un intelectual, de esos que es difícil encontrar en el común de la gente, ese fue uno de sus aspectos que hizo que yo fuera amigo de el, amén de su honestidad, ser bueno, en fin un tipo amigable a mi criterio. Ese amigo es NORBERTO GREGORIO GONZALEZ VILA (NORTO), murió a los 81 años. En homenaje a él me he propuesto editar en este blog trabajos literarios de su padre, que yo no conocí pero que por sus escritos ha sido un hombre de profunda sensibilidad. Amigo de aquellas personas que conformaron una corriente cultural e ideológica en Tres Arroyos por los años 30, como los Perusín, Piro, Duvelmeyer, y otros que no me vienen a la memoria. Vale la pena reflotar esas obras, que por más que haya pasado el tiempo no dejan de tener su valor. ¡

Para vos Norto con todo cariño !


JUENCO








El Poeta, el Filósofo y el Sensual

(Casi parábola)

Por

Gregorio González Dunet

Publicado en la revista “El Hogar”
Buenos Aires 7 de Noviembre de 1930



Por el ancho camino rural –prolongación de la calleja suburbana – caminaban aquellos tres hombres. Si al verlos juntos en lugar tan solitario podía creerse que ejercitaban sus cuerpos en higiénico paseo y entretenían sus almas en amena plática, observándolos más atentamente advertíase que iban concentrados en su mundo interior, como si cada uno de ellos ignorase la presencia de sus acompañantes. Muy diversos en su aspecto, formaban un grupo extraño. De rostro dulce y sereno, el de la derecha dirigía a una nube arrebolada la luz de sus pupilas azules; alto y magro, el del centro escudriñaba con sus ojos negros y hundidos el horizonte lejano; pequeño y desgarbado, el de la izquierda torcía la cabeza hacia abajo, fijando su mirada roja y febril en la huella humedecida del camino.
Eran, el primero, el Poeta; el segundo, el Filósofo; y el tercero el Sensual.
Y era la nubecilla la suprema belleza inaccesible; el horizonte, la senda inviolada del misterio; voluptuosidad y placer la tierra fresca y olorosa.
Lentos y silenciosos, caminaban por el ancho camino rural, siempre fijas las pupilas azules en la nube arrebolada, las oscuras en el lejano horizonte y las febriles en la huella humedecida.


De pronto, sobre un cerco, se asomó la Rosa. ¿ Qué inexplicable entendimiento hubo entre la Rosa y el Poeta, que éste bajó instintivamente su mirada hacia la flor divina ? Y las pupilas azules reflejaron el éxtasis, y la Rosa se miró en el espejo azul de aquellas pupilas.
Corrió el poeta hasta le cerco, cortó la Rosa y volvió a ocupar su puesto en el grupo.
Ni el Filósofo ni el Sensual habían advertido nada.
Y el poeta, transfigurado, trémulo, extendió el brazo como si expusiera a la admiración de un mundo invisible la flor desnuda y casta. Y así dijo:
--¡Oh –Rosa, divina hermosura, armonía suprema ! Tú eres el símbolo más puro y más bello de todas las cosas buenas que hay en la tierra, y todo es en ti como ofrenda generosa y goce de castidad. ¡ Gallardía de tu Tallo, encanto de tus formas, perfección de tus colores, ternura de tus pétalos, milagro de tu fragilidad, alma de tu perfume !...
--¡Oh Rosa, tú has sido creada con lo más sutil de las nueve Musas: sus besos imposibles, sus danzas fugitivas, sus amores ofrecidos pero nunca logrados! Te contemplo desfalleciente de emoción, arrobado por la gloria purísima de tu triunfo. ¡Salve, oh Rosa!... ¡Salve!...
Pálido y tembloroso, sus labios continuaron pronunciando frases imperceptibles. Contempló largo tiempo la flor maravillosa, y se sus ojos brotaron dos lágrimas azules.
Ni el Filósofo ni el Sensual lo habían escuchado.
Levantó otra vez las pupilas hacia la nubecilla arrebolada, y sin conciencia de sus actos, tendió el brazo hacia la izquierda, poniendo la flor junto al pecho del Filósofo.
Abandonó éste su obstinado escudriñar el horizonte y tomó la flor con sus dedos flacos y fríos. Y así dijo:
--Una rosa, es decir, una admirable culminación de la vida vegetal. Nació de una planta cuyas raíces ahondadas en la tierra, absorbieron el humus fecundo que, transformado en savia, ascendió por el tallo y el ramaje, se purificó en el oxígeno de las hojas y coronó la planta con la maravilla de la flor. Si, esto es lo accesible a nuestra investigación, pero reflexionemos. Veamos. El problema es más complejo: tiene otra faz. ¿La Vida? Sí, la Vida. Estamos en presencia del gran misterio de la Vida. Y estamos también ante otro gran misterio: la Muerte. O mejor: estamos ante el misterio mismo. ¿Dónde está la definición clara y precisa de la Vida y de la Muerte?... ¿Dónde está?... Y sus hundidos ojos negros volvieron a fijarse en el horizonte, como si de allí esperase respuesta a su extraña pregunta. En esa obstinada actitud, tendió la Rosa hacia el Sensual.
Al ver éste, bajo su cabeza doblada hacia la tierra, la flor divina, se le agrandaron los ojos, se le encendieron las mejillas, se le dilataron las narices, se le doblaron las piernas, y con las manos trémulas y ansiosas tomó la flor, la apretó contra la boca torcida, la estrujó contra las fosas nasales, aspiró voluptuosamente el perfume, mordió los pétalos; la estrujó, la rompió, la deshojó, frotando la delicada materia olorosa por todo el rostro lívido. Y los pétalos destrozados fueron cayendo sobre la huella del amplio camino.
Siguió su marcha el extraño grupo, envuelto en un silencio cargado de ideales, ensueños y pasiones.

He aquí, pensé, tres hombres cuyas almas han perdido el temple que la Vida exige. En todas ellas, por causas ocultas, se ha operado un desequilibrio perturbador en cuanto a la capacidad para la Vida individual, pero útil para lanzar el sujeto en una dirección determinada. Ese desequilibrio llevará al Poeta hasta la cúspide de las creaciones artísticas; acercará al Filósofo a la verdad inalcanzable y excitará en el Sensual todos los centros voluptuosos del placer. Son inconscientes víctimas del genio de la especie, que, eligiendo aparentemente al azar algunos de sus individuos, desnivela en sus almas las corrientes de la vida, para que se adelanten a la multitud por determinado sendero ideológico o pasional. Ellos guían a la caravana a costa del sacrificio de su dicha y el fracaso de su propia vida. Así, el Poeta avanzándose en el entendimiento y expresión de la belleza nos lleva hacia lo ideal y lo sublime; el Filósofo, obstinadamente entregado a sus investigaciones metafísicas, nos ilumina un tanto las tinieblas del misterio; y el sensual, sumido en su neurosis alucinada, nos recuerda las raíces materiales de la concupiscencia. Son los iluminados que van de avanzada descubriendo derroteros de belleza, de verdad y de placer, pero ineptos para la vida del hombre, y lamentablemente vencidos en todo aquello que no sea el ideal o la pasión que justifican su existencia.

En estas meditaciones estaba cuando por el lado opuesto del camino apareció, ágil y graciosa, esplendente de juventud y belleza, la Pareja Humana. Fuerte y dominador el Hombre; hermosa y flexible la Mujer; caminaban con paso ligero, mirándose a cada instante y estallando en risas a cada frase. El Amor, invisible, iba con ellos, ruboroso y feliz.
¡Qué inmenso gozo embargó mi alma! ¡Qué sensación de paz y de dulzura se posesionó de mí !
Allá en la lejanía, distinguíase aún el grupo extraño que formaban los tres hombres. Advertíase que persistían los tres en sus actitudes simbólicas. El Poeta, mirando la nubecilla ahora violácea; escudriñando el horizonte el Filósofo, y el Sensual con el pecho y la cabeza inclinados hacia la tierra. Seguían buscando, víctimas del mandato de la especie; el primero: la verdad artística –la suprema belleza;--el segundo, la verdad filosófica—la revelación de todos los misterios;--y el tercero, el triunfo de los sentidos.
Y, locos sublimes, ignoraban que la verdad iba detrás de ellos en la Pareja Humana, prodigiosa conjunción: maravilloso cofre en donde la naturaleza depositó la verdad única y eterna:
¡ El Amor !



FORTUNA

Por


Gregorio GONZALEZ DUNET


Publicado en la revista "El Hogar"


Buenos Aires, 29 de Octubre de 1929



O


Fortuna de ser pobre

que es cuantiosa fortuna:

tengo de oro y de cobre

cien minas en la luna.

-O-

Fortuna de tener

bajo seguro encierro,

el dolor y el placer

en mi caja de hierro.

-O-

.Fortuna de esta cuenta

corriente de ilusiones:

son títulos de renta

mi amor y mis pasiones

-O-

Fortuna de ser bueno,

que es oro la bondad:

mi bolsillo está lleno

de esterlinas: ¡ tomad !

-O-

Fortuna y posesión

de un mundo imaginario:

soy, por mi corazón,

mil veces millonario.

-O-

Fortuna de ser dueño

de esta inmensa fortuna:

amor, bondad, ensueño...

¿ y "tierras"?...¡ en la luna !


Plaza San martín de Tres Arroyos